Dígalo, con fuerza, que ya está permitido, estoy acojonado,
que yo no sé por qué me sigue subrayando en rojo el corrector ortográfico del
ordenador, que la Real Academia de la Lengua nos ha dicho que se puede
utilizar, y ha incluido la palabra en nuestro diccionario, que es el santa santorum,
la NBA de las palabras. Y lo estuvimos todos, acojonados, cuando Ramos y
Cesc situaron el balón en el punto de penalti. Y ya podemos decir que hemos
escrito un argumentario, aunque nos falten los argumentos, y que Salma
Hayek, por ejemplo, habla un espanglish chispeante y agudo. Ya lo
podemos decir, con todas las de la ley. Hace unos años escribí, en esta misma
columna, un artículo titulado “Donde la espalda pierde su nombre” en el que
glosaba las virtudes, sí, virtudes, de esos concursos mundiales en los que se
escogen los mejores culos, tanto femeninos como masculinos del mundo
mundial. Elogiaba la igualdad, hombre y mujer para disfrute de unos y otras, y
elogiaba la reivindicación de la palabra culo como una más, con
naturalidad, sin un atisbo de morbo, de ironía, nada de nada. Pues la RAE ahora
da un paso más, y “legaliza” culamen, que eso ya es un culo
mayestático e hiperbólico, y que seguro a muchos, especialmente, nos evoca
Jennifer López, que según cuentan lo tiene hasta asegurado, pero un seguro
multimillonario. Si uno se detiene un instante a pensarlo tiene su lógica,
claro que sí, porque si Cristiano tiene asegurados sus tobillos, es lógico que
ella tenga asegurado su culo. En este apartado, llamemos corporal, nos
encontramos otra nueva palabra ya vieja en uso que acaba de admitir la
Academia: canalillo. Emocionado estoy, mucho. He de reconocer que yo
siempre he preferido los canalillos a los escotes, porque son más de
andar por casa, más de barrio nuestro de cada día, más cercanos y naturales.
Los escotes son más de alfombra roja de los Oscar, que los que se ven por
Realejo son canalillos, que prefiero y admiro como mayor profusión,
incomparables.
De todas las nuevas incorporaciones de la RAE la que más
se ha comentado es la ampliación que se le ha dado al significado de la palabra
matrimonio, igualándolo al marco normativo de nuestro país. Y yo me
preguntó: ¿si sale adelante el recurso del Partido Popular al Constitucional
volverá a su significado tradicional? Prefiero no responder, porque si hemos
retrocedido en derechos, 30 años en algunos casos concretos, por qué no lo
haría una palabra –pobrecita ella-. Hablando de política, la RAE ha admitido
los términos Pepero, Sociata, Ugetista y Cenetista
en toda una exhibición de modernidad de tertulia mañanera. Deberían haber
avanzado en esta misma dirección, y darle el visto bueno a perroflauta, piesnegros,
banderapollo o cani –con la derivación cordobesa de vikingo-,
que también son términos que definen asociaciones y hasta identidades
singularmente reconocibles. Los okupas sí han tenido más suerte, ya
están permitidos, idiomáticamente al menos. Álvarez Cascos se puede casar de
nuevo, pero tendrá un berrinche garantizado –y legal-. Han salido mejor parados
los frikis, que ya pueden serlo, exhibirse y ejercerlo, con toda la
normalidad, sin temor a ser excluidos. Me resulta llamativo, cuando no
insultante, en estos tiempos de escasez, que cada día tenemos menos y muchos
nada, que se haya incluido el término billonario –“que posee un billón
de unidades monetarias”-. Un desafiante, y casi hiriente, anacronismo. En este
tiempo que nos ha tocado vivir, tendrían que haber introducido nuevas
acepciones a palabras como rescate, intervención, prima, y
todas esas que nos recuerdan los medios de comunicación todos los días. Es
curioso que a la “prima” no la han tocado, pero que al “riesgo” lo han
engordado a definiciones.
Expresiones relacionadas con las nuevas tecnologías, que tenemos ya
plenamente asumidas, de andar por casa, han sido ahora admitidas: chat, SMS,
USB o tableta –la táctil, no la de chocolate-. Más vale tarde que
nunca. La redes sociales tendrán que seguir esperando, aunque no me cabe duda
de que en la próxima entrega de la RAE se recogerá tuit, sin necesidad
de alcanzar los 140 caracteres. El ocio y el entretenimiento no se han quedado
atrás, sudoku y sushi con licencia para convivir con nuestro
cinquillo, nuestro mus, nuestro salmorejo y con nuestra siempre admirada y
bendecida tortilla de patatas, quién lo diría. Me encantaría que la RAE tuviera
esta misma amplitud de miras con, por ejemplo, el género, y dejara atrás ese
añejo empeño por ocultar a las mujeres en el idioma, que es una realidad que
sigue sucediendo. Y regresemos en la despedida al acojonamiento, palabra
de gran actualidad, por las feas circunstancias, espero que sólo
provisionalmente. Me parece que la mayoría, tiraríamos de palabras más
tradicionales para adjetivar el más inmediato futuro: trabajar, estabilidad,
tranquilidad, crecer...
El Día de Córdoba
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