Un estudio publicado a finales de 2010, nos situaba a España y, por tanto, a los españoles, en el puesto número tres en cuanto al uso de las denominadas redes sociales. Medalla de bronce, que no está mal la cosa. Esta situación, sin embargo, se puede llegar a contradecir con la implantación y evolución que éstas han tenido en nuestro país. El caso español es ciertamente paradójico, si tenemos en cuenta que Twitter ha sido ha última aplicación de las llamadas redes sociales que ha comenzado a tener un uso amplio, mayoritario, entre nosotros. A diferencia de lo sucedido en otros rincones del planeta, primero nos familiarizamos con Facebook o la ibérica Tuenti, tal y como reflejan las cifras de usuarios. A principios de semana supimos que Facebook, que posee hasta un valioso testimonio cinematográfico, tiene más de quince millones de perfiles en España. Quince millones, son muchos perfiles. Quince millones de votos proporcionarían una mayoría absolutísima a cualquier partido político, quince millones de compradores elevarían cualquier producto al podium del consumo, por poner sólo algunos ejemplos. El rápido, vertiginoso, éxito de Facebook o Tuenti en nuestro país tal vez pueda explicarse desde la perspectiva de que son aplicaciones que pueden llegar a concentrar y exponer mucha información de nosotros mismos, lo que las convierte en espacios de entretenimiento e interconexión. Twitter, en cambio, es mucho más informativa, más directa, más limpia y casi seca, más concreta. Todas ellas cuentan en común con la característica de que no son herramientas libres, si no cumples con una reglas muy determinadas y básicas, vas a la calle, te quedas fuera del sistema, y todos lo acatamos.
Buena parte del éxito de las acampadas de los que conocemos como Indignados, Plataforma 15 M o Democracia Real Ya, hay que apuntarlo en el haber de las redes sociales. Los indignados claman contra la imposición de los grandes “amos”, llámense banqueros, políticos, especulación o sistema electoral, valiéndose de las herramientas creadas y controladas por los grandes “amos” de la tecnología. La silueta del grafitero anónimo que todos conocemos como Banksy con un Iphone en la mano, en vez de su habitual y característico spray, en homenaje a la spanish revolution, cabe entenderse como una gran paradoja o metáfora del tiempo que nos toca vivir. Revolución desde un Mac que engulle cientos de megas procedentes de una conexión de banda ancha. Pienso en el célebre cuadro, y recupero los ojos de Saturno mientras devoraba a su hijo. Tal y como indicaba anteriormente, Twitter cuenta entre sus virtudes con la de la rapidez a la hora de propagar la información. Nos dijeron que quien no aparecía en los periódicos no existía, pronto lo cambiamos por la televisión, más tarde, no hace tanto, lo aplicamos a Google, y hoy ya, de momento hasta nueva orden, quien no posea una buena legión de amigos o seguidores es que, simplemente, no es de este mundo.
No me cabe duda de que Twitter está cambiando las tendencias y técnicas de la comunicación. En muchos casos, es el propio protagonista de la noticia el que nos la cuenta, sin la interpretación del periodista. Y así hemos conocido nacimientos, divorcios, éxitos o declaraciones narradas por sus propios actores. Sin embargo, entiendo que por mucho que Twitter aparezca como la información en estado puro, siempre necesitaremos de los periodistas, de los medios de comunicación, para interpretar y seleccionar la verdadera información entre las toneladas de escombros –informativos- que se depositan en la red cada día. Es más, son los propios periodistas, aliados con estas nuevas herramientas, los que están propiciando y construyendo un nuevo universo comunicativo. Y como ejemplo, no es necesario salir de casa, este periódico ha conseguido aportar a la información de nuestra ciudad un nuevo aspecto, de inmediatez y transparencia, que jamás habríamos creído soñar. La composición de la nueva corporación municipal y, sobre todo, la visita del jurado internacional que nos debe conceder la distinción de Capital Europea de la Cultura, me parecen dos trepidantes exhibiciones de cómo la fusión de periodismo y redes sociales nos puede deparar grandes e irrepetibles momentos. TT en la calle Imágenes que da paso a un TT desde Orive, la llegada a Lepanto, de camino a Medina Azahara, con veracidad y velocidad, pero sin renunciar a la ironía o al humor, y, sobre todo, a la información. El camino no ha hecho más que comenzar, y casi con toda seguridad en la dirección acertada.
El Día de Córdoba
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