Hace unos días hemos conocido a los poseedores de los mejores traseros nacionales, una grata noticia en estos tiempos de crisis perpetua y conexiones en directo con los cierres de las Bolsas. He comenzado este artículo atrapado por el niño decoroso que fui, de parvulario franquista y flores a María, y no me he atrevido a llamar a las cosas por su nombre. Hasta me sorprendí el otro día, cuando el presentador encorbatado, impecable el planchado de su chaqueta, miró fijamente a la pantalla, y lo dijo, sí, dijo la palabra, que aunque sólo tenga cuatro letras es sonora y rimbombante: culo. Y la repitió varias veces, sin ningún tipo de pudor o rubor, sin una sonrisilla, sin miramientos, con decisión. Ya no tenemos que rebuscar en las acepciones del diccionario los términos más cándidos, pulcros y suaves. Trasero, nalgas, glúteos o donde la espalda pierde su nombre ya han perdido su hegemonía, ya no son norma, sólo una posibilidad más. Durante años hemos estado esclavizados, ahora lo puedo certificar, porque un culo, es un culo, no se puede calificar de otro modo sin caer en lo absurdo, y cuando divisamos uno en el horizonte que admiramos por cualquier motivo –un culo se puede admirar por multitud de motivos, muchos de ellos inconfesables, claro está-, ninguna o ninguno de nosotros pensamos “vaya pedazo de nalgas” o “vaya maravilla de donde la espalda pierde su nombre”. Eso no lo dice, ni por supuesto piensa, nadie, por mucho que uno u otra se hayan educado en un internado suizo bajo la estricta supervisión de la institutriz que aparecía en Heidi –la avinagrada señorita Rottenmeier-. En estos pequeños detalles compruebo, asombrado, que este país nuestro está cambiando.
Pero retomemos el asunto principal que nos ocupa. Tal y como dijo el presentador del informativo nacional, y pude leer en multitud de medios escritos, Alejandra y Miguel Ángel poseen los mejores culos –sí, he escrito culos y el corrector ortográfico no me subraya la palabra- de nuestro país, y próximamente viajarán hasta la mágica París para intentar conquistar el cetro mundial y convertirse en los mejores culos del planeta, que ahí queda la cosa. Si lo consiguen, se unirán a la senda de los Nadal, Gasol, Penélope, Bardem y compañía, españoles de oro en el mundo. Alejandra y Miguel Ángel sustituyen a Lola y Fernando, que representaron magníficamente a España en la primera edición de este certamen, el pasado año. Además de regalos en metálico y contratos publicitarios, los ganadores del certamen han asegurado sus culos, tal y como en su día ya hizo Jennifer López. Normal, si un tenista asegura sus brazos y un futbolista sus piernas, por qué no habrían de asegurar ellos y ellas sus culos, que no dejan de ser sus herramientas de trabajo. Alejandra y Miguel Ángel han sido elegidos por votación popular, por lo que son una especie de parlamentarios del culo en tanto que lo son, los mejores culos de España, por decisión popular. Las votaciones se llevaron a cabo a través de una página web –que imagino con un número millonario de visitas-, en donde todos y todas podemos disfrutar contemplando los culos de los y las aspirantes y de los y las ganadoras en sus respectivos países. Esta democratización, junto al hecho de que sean hombre y mujer los que participan, también son síntomas de una normalización social más que apreciables. Y es que el culo se ha incorporado con fuerza al mundo femenino. Miento, no es que se haya incorporado, es que por fin lo pueden expresar sin que nadie se lleve las manos a la cabeza. Y así es fácil encontrar una entrevista en una revista o periódico a una mujer, de cualquier ámbito social o profesional, que ante la pregunta qué es lo primero en lo que se fija de un hombre responde sin ningún tipo de complejo: el culo, mientras que hace veinte años habría tenido que decir la mirada, la personalidad o la nariz, que son también mirables, pero que se miran de otro modo, con otros ojos.
Ramón Gómez de la Serna escribió en 1918 su delicioso Senos, que hoy, con toda probabilidad, habría titulado como Tetas, de la misma manera que Juan Manuel de Prada publicó en 1994 su antológico Coños, que a principios del Siglo XX no habría pasado de Totos –por ejemplo-. Este certamen de culos tampoco habría sido posible en la España de no hace tanto, o sí, pero sólo en una versión más casposa, más denigrante, en la que sólo dejarían competir a mujeres, mínimamente cubiertas por tanguitas a lo programa Made in Berlusconi, y que tendrían que desfilar ante un jurado compuesto única y exclusivamente por hombres. Alejandra y Miguel Ángel exhiben con orgullo sus premiados culos ante las miradas de los curiosos y admiradores y ante los objetivos de las cámaras. Tal vez este premio sea el fulgurante inicio de una trayectoria profesional, tengamos en cuenta que el certamen lo organiza una de las firmas más solventes de ropa interior. Pero, sin duda, este premio es la constatación de un cambio social, el del poder llamar a las cosas por su nombre y el mirar de frente, con naturalidad, algo que siempre hemos mirado, de reojo la mayoría de las veces, por el temor al que dirán.
El Día de Córdoba
1 comentario:
aa ese culo me lo como todo esta para que me de toso el año
ay dios me muero lo quiero o amo a ese culo y ese ficico me lo cmo todo dejaria que fer me la de todo el año y que me parte todo eñ cuerpo en 1000 pedasos esta re bueno me muero es tan lindo y carnoso me mueroo lo quiero me exita mucho estoy que exploto loa amoo
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